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LEY

Mensaje:

12:02 Mar 10th
Leo

País

Argentina

TITULO de su relato

Hola
Hola, ¿cómo están, sigue vivo el foro? Al parecer no.
01:22 Mar 9th
Arturo
Ya vi el link amigo muchas gracias
01:20 Mar 9th
Arturo
Buenas noches ya le envié hace unos dias mensaje y todavía no me agrega amigo y estaba emocionado por contar anécdotas :3 tengo 19 años soy de México cdmx
01:34 Feb 8th
Arturo

País

México
Hola muy buenas tienen un grupo de telegram donde ustedes comoartan sus historias?
Respondido el: 15:28 Feb 25th

HOLA ARTURO!!!!

perdon x la tardanza... puedes mandarme un mensaje a mi paa qe te meta al grupo

https://t.me/Alkaid_Robe90

19:51 Jan 2nd
Gabriel Antonio

País

Mexico
Como siempre amigo Henry
tu historia de Lucas fue divertida y genial me gusta tu forma de escribir imagino que seguirás escribiendo sobre Lucas algunas historias más ,que bien que lo hagas. Saludos. Amigo
10:20 Dec 27th
Henry

País

Honduras

TITULO de su relato

Los dibujos de Lucas
Hace poco empecé a estudiar psicología en la universidad, así que tuve que mudarme a casa de mis abuelos. Ellos vivían con mi primo Lucas, de diez años. El pobre chico quedó a cargo de ellos después de que su madre enfermara y posteriormente falleciera. De su padre se sabe poco, además de que lo abandonó cuando era un bebé.

Ya había visitado antes a mis abuelos y podría decir que teníamos una relación regular con Lucas. Él no era precisamente un niño social, de hecho pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, viendo televisión, jugando videojuegos o dibujando, algo en lo que era muy bueno, de hecho había visto un par de sus dibujos y me sorprendió lo bien que le quedaban.

Aún así, no tenía idea de qué tan bueno era Lucas dibujando, hasta que un día me llevé una extraña sorpresa cuando ambos nos quedamos solos en casa. Cómo yo no tenía nada que hacer subí a la habitación de Lucas para invitarlo a salir un rato. Lo encontré muy ocupado sentado frente a su escritorio, con un montón de hojas de papel esparcidos por todos lados, varios lápices de colores y bolígrafos. También había una libreta azul junto a él. Le pregunté si él quería salir a jugar un rato y declinó mi oferta, argumentando que estaba demasiado ocupado, por lo que pude ver, garabateando su futuro dibujo.

Me senté junto a él y quise saber qué estaba dibujando.

“Es un secreto. No puedo decirte qué es hasta que esté terminado “ dijo, sin levantar la vista de la hoja de papel en la que estaba dibujando.

Me encogí de hombros y tomé la libreta azul que estaba a su lado, al abrirla me encontré con unos dibujos dignos de un genio del arte, sin embargo, mi corazón comenzó a palpitar más rápido cuando después de un par de páginas encontré un dibujo muy peculiar. Era un chico, como Lucas, pero yo no entendía lo que ocurría así que le pregunté :

“¿Quién es este chico, Lucas?”

El niño levantó la vista levemente para mirar el dibujo y contestó:

“¿No me reconoces? Soy yo” dijo alegremente.

Sí, era él, no sé porqué pregunté. El chico del dibujo tenía el cabello castaño rojizo, pecas en el rostro, los ojos azules y la piel pálida. También era delgado. Además de eso, el chico del dibujo estaba atado. Él estaba de pie y de frente, vistiendo pantalones cortos deportivos, una camiseta azul y calcetines blancos, se podía notar que tenía las manos atadas detrás de su espalda.

“¿Por qué estás atado en el dibujo?”

“No lo sé, es divertido supongo”

“¿Alguien te ha atado?”

Lucas negó con la cabeza.

“¿Entonces has visto a alguien atado así?” pregunté, temiendo que mi primo pequeño estuviera visitando páginas en internet no aptas para menores de edad.

“No. Solo lo imagino, todo está en mi cabeza “ dijo él.

No podía creer lo que él me decía. No podía ser cierto, pero Lucas era un niño que jamás mentía, pude percibir la verdad en su tono de voz. Pero ¿Cómo es posible que él se haya dibujado a sí mismo atado y amordazado con tanta precisión? El nivel de detalle y realismo de aquel dibujo era aterrador. Se podían ver bandas de cuerdas apretadas alrededor del torso del niño, pegando sus brazos a su torso, además habían más bandas de cuerda alrededor de sus muslos, encima y debajo de sus rodillas, en las pantorrillas y obviamente en sus tobillos. El chico estaba amordazado con un trozo de cinta adhesiva, incluso se notaba el contorno de sus labios. El dibujo era una obra de arte, con sombras y líneas que le daban mucha realismo a la escena.

Casi hipnotizado seguí viendo más dibujos, todos mostraban a Lucas atado y amordazado en diferentes lugares, en un sótano, en su habitación e incluso en un salón de clases. Su boca estaba tapada con distintas mordazas, como pañuelos, calcetines, incluso una especie de bola roja brillante con lo que parecía ser correas de cuero a los lados, pero en la mayoría estaba amordazado con cinta adhesiva plateada. A pesar de todo, la expresión del chico en los dibujos era radiante, casi sonriendo debajo de su mordaza, como si estar atado y amordazado fuera lo más divertido del mundo.

Me llamó la atención otro dibujo, dónde habían tres niños pequeños como Lucas, felizmente atados y amordazados. Uno de ellos, que llevaba anteojos, tenía la boca tapada con cinta adhesiva, el otro chico tenía una de esas bolas de goma en la boca y el último un pañuelo con un nudo en medio de sus dientes. Los tres irradiaban felicidad. Lucas estaba junto a ellos, pero él no estaba atado y se le veía triste.

“¿Por qué estás triste en este dibujo?”

“Porque mis amigos están atados y yo no” dijo él.

“Estar atado te hace feliz?”

“Sí”

“¿Por qué?”

“No lo sé, es divertido luchar contra las cuerdas, intentar hablar con algo metido en la boca”

“Pero tú nunca has estado atado. No sabes si te va a gustar o no” dije.

“Sí me va a gustar. Es genial “

“Bueno, dime, ¿Quiénes son esos niños? ¿A ellos también les gusta estar atados como tú?

“Sí, pero ellos tampoco han estado atados. Me gustaría estar atado junto a ellos” dijo Lucas y suspiró.

“¿Cómo se llaman esos niños?”

“El de anteojos se llama Alex, el otro es Daniel y este es Andy”

Asentí y seguí viendo más dibujos, todos mostrando a mi primo muy bien atado y amordazado. Finalmente me topé con uno, cuya diferencia era la posición en la que estaba atado, pues sus muñecas estaban aseguradas con una banda de cuerda perfectamente anudada, sus codos estaban muy juntos al igual que sus rodillas, tobillos y pantorrillas. Aparte de las bandas de cuerda que aseguraban sus brazos a su torso, había una especie de arnés, que se conectaba a un trozo de cuerda que unía los tobillos casi hasta tocar el trasero. Era una posición que a simple vista parecía muy incómoda, incluso para un niño de esa edad. El dibujo mostraba a Lucas acostado boca abajo sobre su cama, estaba amordazado con una bola roja y las correas abrochadas detrás de su nuca. Tenía los ojos vendados con un pañuelo blanco, aún así pude reconocerlo por su pijama de spiderman, su favorito. Para ese punto me encontraba sumamente emocionado y no sabía porqué. Mi corazón parecía que quería salir de mi pecho. Aquello me atraía de algún modo y llegó un momento en que dejé de considerar raro la afición de mi primo por estar atado. Por Dios, incluso llegué a querer experimentarlo yo mismo.

Cuando estaba a punto de abandonar aquella tonta idea, Lucas terminó su dibujo y me lo mostró. En él se mostraba a un chico con anteojos como los míos, era delgado y de cabello negro. El chico del dibujo incluso llevaba puesta la misma ropa que yo llevaba ese día: una sudadera verde, pantalones caquis y mocasines. El sello distintivo de Lucas, el chico que se parecía a mí estaba atado y amordazado, sentado en un sofá tranquilamente mientras las bandas de cuerda rodeaban su cuerpo, desde los tobillos hasta las muñecas detrás de su espalda, fuertemente sujetadas por una banda de cuerda blanca. Estaba amordazado con varias tiras de cinta adhesiva plateada que se notaba estaban bien pegadas sobre los labios, pues una sonrisa asomaba por debajo de aquel material liso, pegajoso y brillante.

“Ese eres tú “ dijo Lucas.

Dios, ¿Cómo no me di cuenta? Era obvio. Darme cuenta fue extraño, verme en esa situación tan vulnerable hacía que en mi estómago algo se moviera, una especie de cosquilleo que recorría mi cuerpo.

“Y este soy yo” dijo después Lucas. Por supuesto, mi atención se dirigió inmediatamente a mi retrato atado y amordazado que no reparé que en el mismo dibujo había un niño pequeño tan atado como yo en otro sofá al lado de donde yo estaba. Ese niño risueño desbordaba alegría en aquel dibujo tan perfectamente hecho. El detalle de las cuerdas que apretaban su ropa y mantenían muy unidas sus extremidades era sublime. Las sombras y los colores le daban volumen y realismo al dibujo, casi como ver una fotografía. Lucas sonreía bajo su boca tapada con cinta adhesiva en el dibujo. No supe que decir. Lucas me regaló el dibujo y yo lo guardé como algo muy preciado. Durante muchas noches aquellos dibujos ocupaban mi mente, no podía sacar de mi cabeza la imagen de mi primito atado y amordazado, más aún mi propio retrato como un chico de 18 años en apuros
10:18 Dec 27th
Henry

País

Honduras
Llegó un momento en qué le confesé lo de los dibujos a mi mejor amigo, quién para mí buena o mala suerte, tenía experiencia atando gente gracias a sus juegos de la infancia con sus hermanos y primos. Fue entonces que me propuso hacer realidad la fantasía de Lucas, pues ambos estábamos de acuerdo que al niño aquello lo haría feliz, por muy extraño que pareciera.

“¿Y qué hay de ti?” Me preguntó Alejandro.

“¿Yo?”

“Sí, dijiste que tu primo también te había dibujado a ti atado junto a él. Y por lo que me dijiste a él le gustaría estar acompañado, y pues, no podemos atar a sus amiguitos, jajaja, al menos no ahora. Por lo tanto… “

“¿Quieres atarme y amordazarme junto a Lucas?” Le pregunté a él.

“Solo si tú quieres “ Alejandro se encogió de hombros.

Con el corazón latiendo a mil, acepté la propuesta de mi amigo.

Así que esa misma tarde, dónde afortunadamente no había nadie en casa, a excepción de Lucas, Alejandro y yo nos dirigimos hacia ahí después de un pequeño paseo. Mi amigo llevaba en su mochila todo lo necesario para nuestra sesión de ataduras, como varios rollos de cuerda, un rollo de cinta adhesiva recién comprado en la ferretería del lugar y un par de pañuelos de colores. Me sentía sumamente nervioso, casi tan nervioso como cuando tuve que hacer el examen de admisión para la universidad. La manos me sudaban y el corazón latía desbocado. Parte de mi estaba ansioso por experimentar aquello por lo que mi pequeño primo lleva fantaseando por años. La otra parte de mi tenía miedo, no sabía exactamente a qué pero tenía miedo. De todos modos yo confiaba en Alejandro y sabía que con él todo estaba bajo control.

Al llegar le pedí a Lucas que bajara de su habitación. Cuando lo hizo saludó a Alejandro y le explicamos que él nos iba a atar a ambos para hacer realidad su dibujo. Era una tarde cálida, por lo que el niño vestía pantalones cortos azules brillosos, una camisa negra y calcetines grises, además se le notaba despeinado. Su reacción fue digna de una fotografía, sus ojos brillaban y su sonrisa irradiaba alegría. Pero antes tuve que ducharme y para no desentonar, me puse la misma ropa que el yo de mi dibujo, es decir, la sudadera verde, los pantalones caquis, pero ésta vez sin los mocasines, solamente con mis calcetines tobilleros blancos.

"Date prisa, primo, ya quiero empezar" dijo Lucas al verme llegar.
10:13 Dec 27th
Henry

País

Honduras
Alejandro había colocado prolijamente los rollos de cuerda sobre una pequeña mesa para tenerlos a la mano. Tras decidir que Lucas sería el primero, mi amigo procedió a su labor, y Lucas hizo lo suyo, poniendo sus brazos detrás de su espalda.

"Te cuidado, Ale, no tan apretado" dije con un hilo de voz. Demonios, estaba temblando de la emoción.

"Descuidado, bro. Aquí el experto soy yo, tu tranqui" contestó Alejandro mientras enrollaba lentamente el largo trozo de cuerda blanca brillante alrededor de las muñecas del niño hasta formar una ceñida banda que aseguró con varios nudos.

Lucas movió sus manos y sonrió satisfecho.

"Está apretado, pero no me duele. Sigue por favor" suplico Lucas.

Alejandro continuó inmovilizandole sus brazos a su torso con más cuerda, luego se arrodilló y sujetó sus tobillos con maestría. El toque final fue una última atadura alrededor de sus muslos, dónde sus shorts protegían su piel.

"A ver, siéntate, campeón" dijo Alejandro mientras ayudaba a Lucas a sentarse en el sillón. El niño se estiraba y se retorcía, evidentemente disfrutandolo como quien disfruta un videojuego nuevo.

Alejandro tomó el rollo de cinta adhesiva plateada y lo sacó del empaque, posteriormente arrancó una larga tira que hizo un ruido de desgarro. Aquel objeto y aquella acción despertó una emoción desconocida en mi. Hasta ese momento un rollo de cinta era para mí como cualquier objeto sin importancia, pero sabía que a partir de eso momento ya no lo vería igual. Alejandro acercó la tira de cinta a la cara de mi primo, quién se anticipó y juntó los labios obedientemente. Mi amigo pegó lentamente el trozo de aquel material brilloso y fibroso, se podía notar por las pequeñas líneas verticales que se veían, típicas de la cinta adhesiva americana. Un segundo trozo de cinta terminó de amordazar a Lucas, ahora solamente una ancha banda plateada se veía dónde antes estaba su boca, la forma de sus labios era muy visible, lo que significaba que el niño estaba perfectamente silenciado, al menos hasta que el pegamento se debilitara.

"¿Todo bien, Lucas. Estás cómodo?" Preguntó Alejandro.

"Mmmfgmumh" asintió Lucas mientras movía los labios.

"¿Seguro?" Pregunté. Lucas asintió nuevamente.

"Bueno, ¿Listo, bro?"

Solo pude asentir en respuesta. Y tras diez minutos me encontraba tan atado y amordazado como mi pequeño primo, quién se regodeaba en su asiento. Durante todo el proceso me sentí sumamente emocionado, jamás creí que aquello me iba a gustar tanto. Estaba dispuesto a repetirlo una vez más. La sensación de las cuerdas apretadas alrededor de mis muñecas y mis tobillos era simplemente relajante. De algún modo la impotencia de no poder hablar por aquellos pegajosos trozos de cinta adhesiva en mi boca eran el cielo, y la incapacidad de no poder usar mis brazos para quitar la mordaza o usar mis piernas para salir a pedir ayuda a mis vecinos, era una locura muy relajante. Alejandro desde luego fue un poco más estricto conmigo, o al menos así lo percibí, pues mis muñecas cruzadas detrás de mi espalda estaban fuertemente sujetadas por varias vueltas de cuerda.

Una vez terminado el trabajo, Alejandro se sentó a obervarnos, pero de pronto Lucas comenzó a gemir tratando de llamar la atención de mi amigo. Alejandro se dió cuenta y notó que Lucas señalaba los pañuelos de colores con su mirada.

"¿Quieres tener una venda en los ojos"?

"¡Mmmmffmmg!!!" Asintió alegremente el niño. Así que Alejandro tomó el pañuelo de la mesa, uno rojo y le cubrió los ojos a Lucas, atandolo detrás de su cabeza. El niño suspiró, dando a entender que estaba relajado.

"¿Y tú, bro?"

Negué, quería obervar atentamente a mi primo disfrutar su fantasía. Lo que sí hice fue pedirle a Alejandro, gimiendo, que nos tomara una fotografía con su celular. Así dando saltitos, me senté en el sillón donde te estaba Lucas. Él sintió mi presencia y apoyó su cabeza sobre mi hombro. Alejandro tomó la fotografía y fue emocionante…

En algún punto mi amigo el musculoso se acercó a los pies de mi primo y comienzo a cosquillearlo. Yo sabía que Lucas era sumamente sensible en esa parte de su cuerpo, por lo que las risas sofocadas por la mordaza no se hicieron esperar, aunque Alejandro supo cuando debía parar.

"¡Wow, eso fue mejor de lo que me esperaba" exclamó Lucas, media hora después cuando se deshacía de las cuerdas. Yo fui el primero en ser desatado y me sentí un poco decepcionado, quería aprovechar más esa sensación.

"¿Podemos hacerlo otro día?" Preguntó Lucas.

"¿Cuando quieras, campeón" dijo Alejandro y me guiñó un ojo.

Sin duda lo repetimos muchas veces, tomando como referencia cada dibujo que Lucas hacía.
10:02 Nov 25th
Henry

País

Honduras

TITULO de su relato

Para Rubén
Muchas gracias amigo. Estoy trabajando en la parte 2
10:36 Nov 23rd
Alkaid Robe

País

mexico

TITULO de su relato

Hola Kilon
si gustas puedes mandarme un mensaje a telegram.

y ya asi te paso el link para el grupo.
23:29 Nov 20th
Rubens

TITULO de su relato

Para Henry
Henry şube mas historias, están geniales las que escribes!!
17:34 Nov 20th
Kilon

TITULO de su relato

Telegram
El link de Telegram ha expirado alguien puede poner otro? Gracias
15:49 Nov 13th
Henry

País

Honduras

TITULO de su relato

Lysandro capturado
En octavo grado y con trece años recién cumplidos, Lysandro se preparaba para comenzar su entrenamiento junto con el resto de su equipo y su entrenador, bajo un sol abrasador de media tarde. Él era un muchacho flaco y un poco alto, de buenos reflejos y movimientos rápidos, lo que le valió el puesto de portero en el equipo. Mientras avanzaba hacia la portería, se quitó el flequillo de cabello negro azabache que caía sobre su frente. El sol arrancaba destellos de sus ojos ambarinos. Se colocó sus guantes verdes y se preparó para el disparo de su compañero, el cual no logró atajar.

Era poco común que al chico se le colara un gol, pero había una razón muy poderosa. En las gradas de la cancha había un bullicioso grupo de chicas que vitoreaban al equipo, entre ellas estaba Laura, una atractiva chica de piel morena y ojos claros que al parecer gustaba del chico. Lysandro también estaba enamorado de ella, por lo cual lanzaba miradas fugaces a las gradas, en busca de captar su sonrisa, cosa que causaba que sus compañeros le metieran un gol.

“Vamos, Lysandro, ¿Qué te ocurre? Concéntrate, que te veo muy distraído “ le gritó el entrenador.

“Es que el muchacho está enamorado, entrenador “ se burló uno de sus compañeros.

El entrenador se dirigió hacia las chicas en las gradas.

“Chicas, no me estén distrayendo a Lysandro, por favor, o si no a la próxima no las dejo entrar”

Las chicas se disculparon entre risas y el entrenamiento se prolongó hasta que el sol prácticamente se había ocultado.

“Bueno, muchachos, recuerden que mañana sábado no hay práctica, así que a descansar para el domingo, que tenemos un rival fuerte “ declaró el entrenador al final.

Cuando todos se estaban yendo, Lysandro se dirigió hacia las bancas, en el camino cruzó miradas con su enamorada y él le dedicó una bonita sonrisa de dientes blancos, ella por su parte lo saludó con la mano antes de abandonar el lugar junto a sus amigas. El chico se retrasó un poco debido a que la camisa roja de su equipo estaba cubierta de lodo y sudor, por lo cuál se colocó una camiseta azul que traía en su mochila. En el camino se quitó los guantes, y se colocó los audífono para escuchar un poco de música, algo que lamentaría más tarde.

Lysandro venía de una familia bien acomodada económicamente. Su padre era kinesiólogo, y no cualquiera, sino el de la selección nacional, lo que hacía que el chico viajara constantemente con sus padres a otros países, siendo la envidia de sus amigos. Su madre era odontóloga, y junto al padre del chico habían fundado su propia clínica. Teniendo en cuenta eso, el chico vivía en un barrio residencial, ubicado muy cerca de la cancha donde practicaba, por lo tanto iba y venía a pie. Esa tarde, cuando las farolas se estaban encendiendo, Lysandro estaba a punto de doblar una esquina y llegar a la posta, dónde un guardia vigilaba la entrada a la colonia. Justo en ese momento una camioneta gris se detuvo muy cerca y dos sujetos encapuchados se apearon del vehículo, el chico no se dio cuenta por el alto volumen de su música. Todo sucedió demasiado rápido. Lysandro apenas pudo notar que dos fuertes brazos lo sujetaban y una mano le tapaba la boca, antes de sentir un pinchazo en el brazo izquierdo, mientras era arrojado al interior del vehículo. Finalmente cayó en la inconsciencia.

Cuando despertó, quién sabe cuánto tiempo después, su cabeza le dolía terriblemente y todo parecía girar a toda velocidad. Su visión se fue aclarando poco a poco y muy lentamente fue reparando en su situación. Parpadeó un par de veces más y una habitación pintada de gris se dibujó frente a él. Notó como de alguna manera su cuerpo se hallaba restringido, como si algo se hubiese enrollado alrededor, y no podía estar más en lo cierto, pues dos bandas de cuerda rodeaban sus brazos, sujetándolos a su torso. Lysandro se encontraba sentado en una cama, apoyado sobre una montaña de almohadas. Entró en pánico cuando trató de mover sus manos y se dio cuenta que las tenía fuertemente atadas detrás de su espalda. Con sus dedos tanteó aquello que sujetaba sus delgadas muñecas y supo que eran cuerdas anudadas perfectamente. Su mirada se dirigió a sus piernas, dónde habían tres bandas plateadas alrededor de sus tobillos, sus rodillas y sus muslos. Aún llevaba puestas sus zapatillas de fútbol verde neón y sus calcetas blancas hasta las rodillas le protegían del endiablado pegamento de la cinta adhesiva que le ataba las piernas. Comenzó a retorcer sus muñecas con la esperanza de aflojar sus nudos, trató de separar sus muy juntas piernas pero inmediatamente notó que debajo de las bandas de cinta adhesiva había más cuerda. Estiró su cuerpo lo más que pudo y dobló sus piernas en su lucha pero fue en vano. Sentía la boca seca, y algo que hasta ese momento había ignorado fue el hecho de que sentía que algo alrededor de su boca presionaban sus labios y estiraba su piel. Sintió una especie de nudo de tela entre los dientes y cuando reparó en un espejo que le devolvía su reflejo, vio una banda de cinta adhesiva cruelmente enrollada alrededor de su boca y su nuca. Verse así tan indefenso en una cama lo aterró enormemente. Comenzó a gemir en busca de ayuda pero sus murmullos fueron reducidos gracias a aquella eficaz mordaza de cinta adhesiva.

Al poco rato uno de los secuestradores entró a la habitación y Lysandro vio que éste llevaba su celular en la mano.

“Pero miren al principito, enojado porque la cama no es de tres metros como la que tiene en casa. Vamos a mandarle un pequeño video a papi para que vea a su pequeño campeón” dijo el hombre y comenzó a filmar el vídeo.

Lysandro estaba más que aterrado, sus padres y su hermano menor estaban de viaje en Estados Unidos. Él no pudo asistir por compromisos con el equipo y la escuela, así que se había quedado a cargo de su abuela materna.

“Vamos, muchacho, da la cara para que tu papi te reconozca” dijo el secuestrador.

Lysandro no solo estaba asustado, sino también humillado. De alguna forma no quería que su padre lo viera en aquella situación tan vulnerable y penosa. Al ver la reticencia del niño, el hombre enfurecido fue hacia él y lo tomó del cabello, obligándolo a mirar a la cámara. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su rostro enrojecido. Trató de hablar o protestar pero solo murmullos inentendibles salieron.

“No estamos bromeando, Javier, tenemos a tu muchacho, así que piensa bien tu próximo movimiento” dijo el secuestrador antes de cortar la grabación.

Lysandro se sorprendió, el hombre sabía el nombre de su padre. Nunca supo de enemigos de él, pues su padre siempre fue una persona amable con todo el mundo.
14:27 Nov 7th
Rubens

TITULO de su relato

Para Henry y el autor de "mi cautiverio"
Fascinantes historias que bueno que hay más usuarios que se animaron a escribir sus experiencias.
También el gran anónimo, su relato de Halloween está genial.
Ojalá que en los próximos días suban mas historias!!
Gracias!
14:02 Nov 5th
Gabriel Antonio

País

Mexico
Hola Anónimo Argentino

Saludos amigo

Claro que te entiendo por lo qué pasaste muy bien y por toda la agonía que a tu edad pasaste, yo la viví desde la otra parte a la tuya, porque ya hace muchos años mi primo muy cercano a mi fue secuestrado también. Camino a la escuela , estamos hablando de que él tenía 9 años de edad ,como te imaginas para el , el impacto fue brutal como no tienes idea, solo a diferencia de tu historia la de él no termino bien , actualmente ya no está con nosotros más desde hace casi un año , pero también como a ti el gusto por el bondage le dio mucho más espero continúes tu historia pronto y por cierto se bienvenido al foro saludos hasta el bello Buenos Aires bonito por cierto
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